El prodigioso pez de Utebo

Conocido como sierpe, pez o barbo prodigioso y fantástico, cuentan que en Utebo, en una laguna, habitaba este ser acuático fabuloso. En 1797 fue publicado el romancillo citado.

También, el 28 octubre de 1916, en el Semanario El ideal de Aragón de Zaragoza, se explicará como un pescador, vecino de Utebo, maquinó una interesante pesca.

Bilbliografía.

Juan Dominguez Lasierra “Aragón legendario” | Cándido Marquesan “Con acento”

Romancillo anónimo.

Romancillo anónimo
De un pez terrible y disforme
que llena de horror y espanto
del Ibero las riberas
y los pueblos comarcanos
intento cantar, ¡Oh Musa!,
guíame en empeño tanto
dime su horrenda figura,
su descomunal tamaño.
Dime los fieros combates,
Los riesgos muchos y arduos,
Que las gentes han sufrido
Conjuradas a matarlo.
Inspírame favorable;
Pon la verdad en mis labios.
No lejos de Zaragoza
Hay un hondísimo lago
Del Ebro majestuoso,
A las márgenes cercano;
Albergue en un tiempo de ranas,
de sucios y hediondos sapos;
espadañas, juncos verdes,
y cañizales lozanos

su gran recinto coronan
formando un anfiteatro.
Aquí es donde se aparece
Este monstruo temerario:
Corre fama que Neptuno
Por castigar los estragos
Que el insolente causabe
En sus imperios salados,
Le desterró justamente
Desterróle; y él dejando
Los mediterráneos mares
Aquí subió, donde en daño
De las vecinas campanas
Su mansión ha colocado:
Mansión horrorosa… ¡cuánta,
Cuánta aflicción has costado!
Aún ninguno te ha visto,
y se dice, sin embargo,
que es de tanta corpulencia
como el caballo Troyano.
Sus ojos son cual dos fraguas
que llamas mil centelleando

el cielo y la tierra cubren
de miedo, terror y pasmo.
Así Jove altisonante
sobre el formidable carro
de la negra tempestad
fulmina encendidos rayos,
y abrasa y conunde el Orbe,
ruina y muerte amenazando.
¿Qué diré de los bufidos?
ellos la esfera turbando,
el inmenso valle atruenan
y hasta el erguido Moncayo
retumba lehjos, retumba
el Pirineo nevado.
Si alguna vez con su cola
el agua azota del lago,
a borbollones furiosos
le hace salir de los campos;
de manera que las vegas
a coladas arrasando
va ¡De peste tan atroz
libradnos Jove, libradnos!

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